lunes, 31 de diciembre de 2012

paréntesis

Encontrarte en cada desastre, al volver de mis miedos, fue desabrochar mis latidos en pro de una nueva derrota; volver sobre mis pasos para aniquilar tus promesas.

domingo, 30 de diciembre de 2012

el deshielo

Hacer del deshielo una reunión de versos que te pertenecen es lo más parecido a esperarte en el fondo de mí misma sabiendo que son ya ceniza los futuros a medias que he planeado en cada historia inacabada. Ahora sé que lo único que hay de ti en mis bostezos es el sueño que me robas, los ojos con los que me miras son los mismos con los que le lloras a otras y tus manos han dejado de escribirme los miedos sobre el cuerpo, me encuentro con tu ausencia en cada calle y en los sueños que no tengo te invento para poder despegarme de los silencios que me atrapan por las noches, los silencios en los que me hielas de un golpe para contra-atacar mis latidos. Se trataba, ahora lo sé, de prometernos la vida en una calada. De cicatrizar con tu saliva todas las heridas. De enjuagar después las cicatrices con tu mar. De dejar de esparcir nuestras mitades sobre las dudas que nos frenaban. De darle la vuelta al invierno.

Me alejé sin advertir que me dejaba en ti mucho más de lo que me llevaba conmigo; caminé entre tus pestañas y mis heridas con la incoherencia de conducirte al desastre mientras te acunaba en mi paz, y entendí entonces que detrás de los sueños que no tuve habitabas tú inventándome motivos para que arrojar mis manías por el precipicio de tus dudas fuera la opción idónea si lo que quería era acabar naufragando en ti. Al final pasó que no bastaron tus méritos para recomponer mis domingos como ahora, ya lo ves, tampoco puedo recontar tus lunares en los vanos esfuerzos que dedico a volverte tinta.

Tus manías balancean mis latidos al compás imposible de la lluvia en día de sol, y mientras se me van cayendo de las manos las mañanas a tu lado, corro en dirección contraria a tus caminos para encontrarme con lo que viene después de ti, que sigues siendo tú. Y yo, a tientas por la vida, me desnudo en cada folio para vendértelos después en formato poesía, porque sé que es la única manera de que no me leas.

He aprendido a dejar de esperar esa parte de ti que nunca me muestras, he sucumbido tantas veces a la hecatombe de tus besos que escribir ahora sobre lo que podríamos haber sido se convierte de repente en sinónimo de cobardía. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

s/t

Huir significa ir en tu búsqueda de nuevo, atarme los miedos y descalzarme las dudas, romperme de un golpe al chocar contra el vendaval que nos arrastra en cada plan que ideas para mantenerte a la espera de aquello que desconoces, sacudir después las humedades que me vacían el sueño todas las noches, y acabar volviendo sobre mis pasos cuando el tiempo nos haya vencido. Me enfundo en contradicciones, en luchas internas, para no abandonarme a la autocompasión que me supone saberte lejos... pero ya ves que me sirve de poco, porque al final siempre acabo recorriendo las líneas de tus manos y encontrando en ellas mi refugio.